Mirar atrás...

Mirar atrás puede ser peligroso: puedes tropezarte con un escalón, comerte una farola, pisar una mierda o incluso encontrarte el típico susto de peli de miedo*. No obstante, si cuando giras la cabeza estás sentado, las posibilidades de que algo de esto ocurra se reducen considerablemente, y es entonces cuando la sensación de peligrosidad se desvanece dejando en su lugar un enorme montón de recuerdos amargos en forma de pene. Y es que tras tres años de carrera, afrontando el que posiblemente sea último año de universidad, no puedo evitar desear volver atrás en el tiempo.

¿Os acordáis cuando Volu caminaba entre nosotros, Abraham estaba gordo, Jose podía caminar, Pablo era heterosexual, Jesu tenía melenas, Nelson era moreno, Marcos venía a clase y Jaime todavía no había nacido? Que tiempos aquellos de amor libre y pandilocura. ¿Recordáis cuando recogimos a PL de debajo del coche de la de guión? Nunca se me olvidará cómo le brillaban los ojos al cabroncete. ¿Y qué me decís de la entrada sobre las patatas fritas de cafetería que escribió Jose? Memorable.

Quizás ahora estéis pensando que esta entrada no tiene sentido, pero para mi sí que lo tiene. De hecho, tiene tanto sentido que desde este mismo momento, yo, Andrés Poncio de León, comando a Nelson a escribir una entrada para Personajes Ilustres en menos de 48 horas. El incumplimiento de dicho comando sería visto como un acto de alta traición por parte de el resto de ilustres y nos veríamos obligados a tener que echarte al pozo de los modernos. Dicho queda. Me voy a comer. En un plato de oro. Con diamantes. De verdad.

* Quizás no sea el típico susto de peli de miedo, pero haría que me interesasé más por el género.