29 agosto 2008

No vayais a Linares, solo hay cosas malas

Un hombre de 35 años de origen marroquí, cuya identidad no ha trascendido todavía, falleció como consecuencia de las heridas producidas por un arma de fuego, tras una reyerta en la feria de Linares (Jaén).

Fuentes del Servicio de Emergencias del 112 informaron de que los hechos ocurrieron a las 2.15 horas en la caseta de la juventud de la feria de dicha localidad, por causas que están siendo investigadas por la Policía Nacional.

Hasta el lugar de los hechos se trasladaron efectivos del Cuerpo Nacional de Policía, de la Policía Local y del 061. Sin embargo, una ambulancia de Protección Civil fue quien trasladó finalmente al herido al hospital de San Agustín de Linares, donde el hombre llegó ya cadáver.


FUENTE: El mundo

10 agosto 2008

"Deuda" de Rafael Barret

A continuación os pego un extracto de un libro de Rafael Barret, "A partir de ahora el combate será libre", para que el Volu no se canse en verano y no le pague al sastre.

DEUDAS
Me encuentro en la urgencia de hablar de mí.
Particularmente considerado, mi caso no interesará a nadie,
pero el hombre es un animal que induce. Tal vez el lector
saque del ejemplo individual consecuencias generales. No de
otro modo Isaac Newton, según cuentan, al ver caer la manzana
se preguntó por qué no cae la luna. La misma lógica que
fundó la gravitación universal la amenaza hoy día. Es que la
razón, pálida sombra de la vida, crea y destruye sucesivamente.
He aquí ahora lo que a vuestra razón someto:
Debo un traje al sastre y no puedo pagárselo. Mi oficio de
fabricante de ideas no me permite por el momento pagar al
sastre. El sastre se desespera y parece culparme de vagos crímenes.
He hecho mi examen de conciencia, y me he hallado limpio.
He llegado a la conclusión de que mi deber es no pagar.
Me he convencido de que sólo por indolencia y por una especie
de distracción rutinaria he seguido la costumbre viciosa
de pagar las cuentas. Si trabajo sinceramente en una sociedad
donde hay gente que bosteza en medio de un lujo grosero,
¿cómo es posible que no se me asegure el abrigo contra la
intemperie y una alimentación correcta? No soy quien debe,
sino a quien se debe. No tengo para qué pagar el mercado, ni
al casero, ni al sastre.
Él hace trajes, yo hago artículos. Yo le ofrezco cordialmente
mis artículos. ¿Por qué no me ofrece cordialmente sus
trajes? Lo natural es que aprovechemos en fraternal reciprocidad
nuestras aptitudes; él me viste el cuerpo, yo le visto la
inteligencia. Si el mecanismo económico de nuestra civilización
me obliga a caminar desnudo por la calle, no es culpa
mía, sino de la civilización falsa en que vivimos.
Dios me libre de creer que es más meritorio escribir que
cortar tela. Dios me libre también de creer lo contrario, y de
aceptar como equitativo que mi sastre gane una fortuna con
sus tijeras mientras yo apenas tengo con qué comer. Quisiera
que nuestra dignidad representativa fuera idéntica. Si se me
concede que no pague mis modestas y pocas vestiduras, no
tengo inconveniente alguno en que no se me paguen mis artículos, ni mis libros futuros, que son muchos y hermosos. Así
evitaría tocar el dinero, repulsivo como un sapo.
El dinero desaparecerá. Todo lo feo y lo absurdo desaparece
tarde o temprano. Maravillosa es la división del trabajo y
la perfección social de los hormigueros y de las colmenas. Sin
embargo, ni las hormigas ni las abejas conocen el dinero. El
dinero pretende reducir a cifras nuestra aptitud espiritual.
Pretende introducir la aritmética donde nada existe de aritmético.
La moneda es un malvado fantasma que nos da la ilusión
de medir el egoísmo y aprisionar la humanidad. Y los
fantasmas, aunque sean aparentemente más poderosos que
los dioses mismos, están destinados a desvanecerse al soplo
frío y puro de la mañana. Despertaremos, y nos avergonzaremos
de nuestras pesadillas.
Al establecer que no debo pagar al sastre, me adelanto a la
época, y anticipo, aunque parcialmente, un mundo mejor,
hasta para los sastres. Al no pagar, yo, que nada poseo y siempre
produzco, realizo un bello simulacro. Las cosas suceden
exactamente igual que si el sastre me regalara con qué cubrir
mi carne pecadora. Ya sé que no hay tal, que él deplora
haberme fiado, mas éste es un fenómeno interior.
Exteriormente, prácticamente me ha amado, puesto que me
ha socorrido gratis. En el terreno de los hechos, no pagar es
instituir sobre la tierra el régimen sublime de las donaciones.
Practicad, decía Pascal a los ateos; la fe vendrá. Comulgad
todas las semanas y concluiréis por persuadiros de que la
consagración es un misterio auténtico. Trabajad y no paguéis
nunca, digo yo. A fuerza de ejercitar la caridad a pesar nuestro,
acabaremos por sentirla. A fuerza de no cobrar, los sastres
y demás obreros de la colmena humana se olvidarán de
cobrar. Habrá otros móviles de acción que el oro, y una edad
más razonable habrá dado comienzo.

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Qué queréis que os diga...